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Los rodamientos son elementos normalizados en dimensiones y tolerancias. Esta  normalización facilita la intercambiabilidad, pudiendo disponer repuestos de diferentes fabricantes, asegurando un correcto montaje sin  necesidad de un ajuste posterior de los mismos.
Están constituidos por dos o más  aros concéntricos, uno de los cuales va  alojado en el soporte (aro exterior) y el  otro va montado en el árbol (aro interior).
Entre los dos aros se disponen los  elementos rodantes (bolas, rodillos cilíndricos, rodillos cónicos, rodillos
esféricos, etc.), los cuales ruedan sobre  las pistas de rodadura practicadas en los aros, permitiendo la movilidad de la parte  giratoria respecto a la fija.
Para conseguir que guarden la debida distancia entre sí, los elementos rodantes van  alojados en una pieza de chapa estampada, denominada, jaula portabolas o portarrodillos.

Los rodamientos se construyen en acero de  adecuadas características de dureza y tenacidad, permitiendo soportar, con muy poco desgaste, millones de revoluciones, sometidos a cargas y esfuerzos, a veces, concentrados y localizados.
La lubricación varía con la velocidad y el tamaño de los rodamientos, efectuándose
con aceite o grasa consistente.